Análisis del CD Tenerife 1-1 R. Zaragoza
Los onces
El Club Deportivo Tenerife salió al Rodríguez López que recordaba mucho al equipo de la primera vuelta, en donde Luis Miguel Ramis volvía a optar por el 4-2-3-1 con la vuelta de Sam Shashoua al once titular casi tres meses después. Además esto provocó que Elady ocupara la banda izquierda para poder así sacar el máximo provecho de su verticalidad. Y por último volvió a la titularidad la mejor pareja de centrales en cuanto a números y sensaciones como es la formada por José León y Sergio González.
En cuanto al Real Zaragoza, Juan Ignacio Martínez salió a enfrentarse al conjunto chicharrero con un esquema bastante camaleónico, el cual variaba dependiendo de la fase de juego en la que se encontraran. En defensa el equipo maño se disponía en un 4-4-2 en donde la posición más móvil era la del interior izquierdo, quien no tenía un nombre fijo y por ahí fueron pasando Iván Azón, Valentín Vada y Eugeni. Mientras que en fase ofensiva, el esquema pasaba en muchos momentos al 4-3-3, desplazándose así Iván Azón a ocupar el extremo izquierdo y siendo Zapater el encargado de ser el pivote, por lo que Eugeni se convertía más en el interior de base y Vada en el llegador. Al fin y al cabo el planteamiento del Real Zaragoza desde el inicio fue claro, el cual cedió por completo la posesión al Tenerife y esperó a robar en campo propio para poder transitar con velocidad una vez recuperaran el balón aprovechando mucho los carriles exteriores, y fue así como hizo sufrir mucho al conjunto dirigido por Ramis.
La vuelta de Sam a la titularidad
El retorno del británico al once inicial casi tres meses después de la última vez nos hizo indicar que cada vez su mejor versión está cerca, aunque bien es cierto que aun le falta mucho para llegar a ser ese Sam desequilibrante de la primera vuelta. Además su entrada en el equipo titular supuso también la vuelta del 4-2-3-1, esquema que mejor le ha funcionado a Ramis hasta la fecha y que potencia a mucho más a los jugadores del frente de ataque.
En el partido del pasado sábado, el conjunto blanquiazul tuvo una gran cantidad de posesión, también provocado por las intenciones del Real Zaragoza desde un inicio, que fueron las de esperar en campo propio y ceder la iniciativa por completo al Tenerife. Esto provocó que la figura de un mediapunta fuera determinante para darle una mayor rapidez a la circulación de balón y así poder encontrar espacios entre líneas en donde el conjunto blanquiazul pudiera atacarlos. Durante los primeros 45 minutos su papel fue más indirecto que directo ya que tan solo su presencia en esa posición por detrás de Mario provocó que el doble pivote no pudiera saltar con tanta agresividad a los mediocentros, lo que generó que Alexandre Corredera tuviera mucho más metros para avanzar y llegar a zonas de tres cuartos, en donde volvió a ser determinante. Durante muchos tramos de la primera parte la necesidad de intervenir en el juego por parte del británico le provocaba retrasar mucho su posición para participar en la elaboración, junto a los dos medio centros, pero una vez tenía el balón en sus dominios y no encontraba una línea de pase por delante, intentaba romper líneas mediante la conducción pero apenas lo consiguió.
Ya en la segunda parte sí que vimos a un Sam Shashoua mucho más reconocible, moviéndose en zonas más determinantes y dándole un mayor ritmo a la circulación del balón del equipo blanquiazul. Su altura en fase ofensiva no solo fue determinante para llegar a la zona de tres cuartos con más facilidad sino también a la hora de defender hacia adelante, recuperando en ese tramo inicial de la segunda parte muchos balones en campo contrario. Pero sin duda, el único debe (y más importante) fue el último pase, en donde ni él ni los demás que le rodeaban consiguieron filtrar un pase definitivo que rompiera defensivamente a la defensa maña.
Andrés Martín y su función
Si algo tuvo claro el Club Deportivo Tenerife sobre todo en la primera parte era por donde generar peligro al Real Zaragoza, aunque con el paso de los minutos y los ajustes de JIM al descanso, esa vía de ataque se cerró y el conjunto de Ramis no supo encontrar otra para explotarla.
Todo el mundo es consciente de la importancia que tienen los interiores en la idea del técnico blanquiazul, los cuales son determinantes tanto interviniendo como sin intervenir, tan solo mediante movimientos de arrastre que potencian las apariciones de los laterales. El pasado sábado no fue diferente, y sobre todo Andrés Martín fue la principal arma ofensiva del Tenerife, quien tuvo el papel de atacar constantemente ese espacio que se generaba entre Jair y Chavarría (central y lateral), también provocado por la altura de Jérémy Mellot, la cual era más alta de la habitual y atraía al lateral derecho maño, generando así ese espacio mencionado anteriormente.
El jugador cedido por el Rayo Vallecano no paró de realizar ese tipo de desmarques de ruptura pero una vez el balón llegaba a sus botas, no estuvo del todo acertado, también provocado por estar situado a pierna cambiada y no poder ganar así la línea de fondo, por lo que el Tenerife perdía así ese factor sorpresa, en donde sabía la idea a la perfección pero no pudo ejecutarla como le hubiera gustado.
Sin recursos para robar y transitar
A pesar de haber enlazado un buen tramo al comienzo de la segunda parte en el que el Tenerife estuvo muy bien en la presión tras pérdida y consiguió defender hacia adelante, impidiendo que el Zaragoza pudiera transitar con facilidad, los minutos finales volvieron a ser bastante flojos en todos los aspectos en donde volvieron a acusar la fatiga acumulada a lo largo de todo el encuentro y también debido a que los cambios no volvieron a funcionar a pesar de que Ramis agitara el árbol en busca de soluciones.
Si por algo ha destacado este equipo en lo que va de temporada es por su capacidad para defender en bloque y esperar al fallo del rival para transitar, pero el pasado sábado se pudo apreciar como el Tenerife no se encontraba nada cómodo sin balón en el último tramo del partido, siendo un equipo muy largo, con mucha distancia entre líneas y que el Zaragoza supo aprovechar a la perfección con las apariciones de sus delanteros en esos espacios generados entre centrales y medio centros. Esto provocó que el conjunto blanquiazul siempre estuviera lejos de poder recuperar el balón en la medular, haciendo que las posesiones del conjunto maño fueran lo suficientemente largas como para que estos descansaran con el balón y no estuvieran expuestos ante una posible pérdida.
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