Ale Arbelo. “Da igual, es distinto. Es un derbi”
Llega uno de esos días marcado por todos desde que se conoce el calendario cada verano y coinciden los dos representantes canarios en la misma categoría. Los comienzos de este partido de rivalidad vecinal entre CD Tenerife y UD Las Palmas, se remonta a principios de los años 50, cuando coincidieron por primera vez en la liga de segunda división y se saldó con empates los dos duelos tras haber disputado una eliminatoria de playoff de ascenso temporadas atrás.
Desde entonces, muchas anécdotas, resultados y experiencias nos ha dejado un partido que simboliza la fiesta del fútbol de los dos máximos exponentes canarios. Muchos han sido los tinerfeños que han jugado en la UD y grancanarios que han hecho lo propio en el Tete. Ese viaje de ida y vuelta ha sido una constante durante décadas.
En sus inicios y hasta comienzos de este siglo, el dominador era el equipo amarillo. Tan sólo cuatro triunfos ligueros de los blanquiazules en el haber de resultados entre ambos. Cambia la dinámica si nos remontamos veinte años atrás. Ahí empieza a dominar el conjunto blanquiazul.
Las etapas gloriosas de ambos equipos les hizo no coincidir en el tiempo. Cuando los amarillos disputaban los puestos altos del campeonato en la élite, a los blanquiazules les tocaba sufrir otras categorías. Y al revés. Lo caprichoso del destino que les une en lo futbolístico, ha querido que mientras los tinerfeños llegaban a unas semifinales de la extinta Copa UEFA, los amarillos tenían que conformarse con verlo desde la distancia.
Por ello es chocante que esta fiesta del fútbol no les haya hecho compartir muchos derbis en Primera. La Segunda División es la categoría que más enfrentamientos ha visto entre ambos. Es la categoría que les ha unido. Por eso, independientemente de la situación en la tabla que atraviesen los dos equipos, este partido es distinto.
Las previas, los piques entre vecinos, las declaraciones de los protagonistas, los preparativos para el duelo… son una norma no escrita que endulza los 90’. Es un partido de algo más de 90’. Ya nos ha tocado en el de la primera vuelta vivirlo en Gran Canaria sin público, y este fin de semana le tocará al Heliodoro sentir esa extraña sensación a lo que no nos terminamos de acostumbrar.
Es distinto, extraño. Ese rugir en el graderío, ese intercambio de cánticos entre las dos aficiones, ese pique sano no estará. Pero no por estar ausente esa sensación dejará de ser un derbi. Que se lo digan a Suso, Dani, Carlos Ruiz o Aitor que de esto ya han vivido unos cuantos. O por lo menos así pienso.
Y como verán, poco o nada he hablado de lo deportivo. Creo que de poco sirve lo que has hecho en un pasado. De poco sirve si uno llega más arriba en la tabla o con una racha de resultados mejor que el rival. Sin embargo, si sirve lo que hagas a partir de ahí porque cambiar dinámicas es una constante y quedar marcado también. Por eso considero que es algo más que un partido de fútbol. De cómo saber jugarlo y no solo con aspectos técnico tácticos. Da igual, es distinto. Es un derbi.
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