Análisis del CD Tenerife 1-2 CD Mirandés
Los onces
Luis Miguel Ramis repitió el mismo once de la semana pasada frente al Valladolid, con la única novedad de la entrada de Aitor Sanz en la convocatoria. Por lo demás fue todo lo mismo, aunque el planteamiento desde el minuto 1 fue diferente al de Pucela, queriendo ser protagonistas con el balón en todo momento, e impidiendo las rápidas transiciones del Mirandés.
Por su parte, el CD Mirandés realizó una pequeña revolución, no tanto en cuanto a nombres pero sí en cuanto a posicionamiento, ya que salieron en 4-2-3-1 muchos jugadores ocuparon demarcaciones nuevas para ellos al menos esta temporada. En la defensa, Anderson Arroyo (lateral derecho en los anteriores partidos) fue el acompañante de Odei en el eje de la zaga y su puesto en el carril diestro lo ocupó Sergio Carreira; el doble pivote estuvo formado por Odei y Capellini (central en los últimos partidos), donde ambos tuvieron el difícil trabajo de sustituir a Víctor Meseguer; ya en la línea de medias puntas encontramos a Marqués como enganche, Hassan por izquierda (habitual extremo diestro) y a Unai Rementería en banda derecha (interior zurdo en los últimos partidos); y en la punta de ataque a Sergio Camello.
La movilidad en el ataque y las vigilancias defensivas
El Club Deportivo Tenerife es un equipo que nunca tiene el balón por tenerlo, sino que tan solo lo quiere para hacer daño al rival ya sea mediante transiciones o jugadas más elaboradas, y eso fue lo que transmitió ayer frente al Mirandés. Uno de los principales problemas defensivos del conjunto rojillo, llegó a la hora de defender a jugadores como Sam o Mollejo que no paraban de aparecer por zonas diferentes del campo, creando un constante desconcierto a la defensa rival; además, en muchas ocasiones estos movimientos (siempre coordinados) se hacían en pasillos interiores con la intención de crear superioridad numérica en el centro del campo ante Odei y Capellini para que así siempre hubiera un hombre libre y el balón circulara a una mayor velocidad.
El encargado de llevar la batuta en cada ataque blanquiazul era Michel Herrero, llevando el balón de una banda a otra mediante paredes con los jugadores de la siguiente línea con mucha fluidez, además de una gran capacidad para activar al tercer hombre en muchas ocasiones.
Una de las principales tareas que tenía el conjunto blanquiazul, eran las vigilancias en momentos de ataque blanquiazul, para impedir que, sobre todo Hassan, pudiera salir con libertad a la contra. Para impedir esto el Mirandés tendió una pequeña trampa a Mellot, que en algunas ocasiones cayó y se vio obligado a tener que cargarse con una amarilla en el primer cuarto de hora de encuentro. Esta pequeña trampa consistía en el nulo trabajo defensivo de Hassan siguiendo al lateral blanquiazul con el fin de tentar a Mellot a subir al ataque y que el extremo zurdo pudiera salir con libertad una vez el conjunto rojillo recuperara el balón. Luis Miguel Ramis se dio cuenta de esto e intervino bajando la altura del lateral blanquiazul, interviniendo en ataque solo cuando fuera necesario.
Un problema físico, más que futbolístico
Tras el descanso, Lolo Escobar tuvo que intervenir dando entrada a jugadores como Iñigo Vicente o Iago López, con el fin de hacer daño al conjunto blanquiazul, ya que hasta ese momento apenas habían llegado al área rival. A pesar de esas sustituciones mantuvo el 4-2-3-1, pero con la variación de que Hassan volvió a su posición natural (ED) e Iñigo Vicente al extremo izquierdo. Con estos cambios el Mirandés siguió teniendo los mismos problemas para quitarle el balón al Tenerife, ya que en todo momento existía una superioridad blanquiazul en el centro del campo, lo que hacía que transitaran con cierta facilidad y se plantaran en la portería defendida por Raúl Lizoain.
Con el paso de los minutos, el conjunto local comenzó a dar muestras de cierta fatiga, lo que provocó que el equipo se partiera en exceso y existiera mucha distancia entre líneas, convirtiéndose así en un partido de ida y vuelta, terreno en donde el Mirandés es un especialista. A pesar de ello, el Tenerife siguió generando peligro y dispuso de las mejores ocasiones del encuentro, sobre todo mediante transiciones de la mano de Shashoua y no tanto a través de jugadas más elaboradas. Esto provocaba que una vez se perdiera la pelota, el repliegue cada vez fuera más lento. Ya en el tramo final del encuentro, se apreciaba a la perfección los problemas para bascular del conjunto blanquiazul en cada cambio de orientación del Mirandés, que supieron sacar el máximo provecho a este aspecto.
A diferencia de los anteriores partidos, los jugadores que entraron desde el banquillo no ingresaron con la misma intensidad con la que estaban los ya presentes, y eso se notó en ciertas disputas en donde en muchas ocasiones el llegar tarde provocaba que el rival avanzara con mayor facilidad hacia campo contrario.
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