Análisis del CD Tenerife 2-0 Real Sociedad B
Los onces
Luis Miguel Ramis en el día de ayer volvió a optar por el 4-4-2 que lleva poniendo en práctica en los últimos encuentros ante la ausencia de Sam Shashoua, pero esta vez volviendo a la dupla de Enric Gallego – Mollejo. Por otra parte introdujo a Larrea por Aitor Sanz en el doble pivote para que acompañara a Alexandre, y darle así un mayor criterio en salida de balón. Y por último, también mantuvo la pareja de centrales que usó la pasada jornada frente al Alcorcón, la formada por José León y Sergio González.
Xabi Alonso mantuvo el 3-4-2-1 que lleva poniendo en práctica en los últimos encuentros, pero con algunos actores diferentes. La línea de tres centrales estuvo formada por Blasco (habitual lateral), Pokorny (habitual pivote) y Peru Rodríguez, único central puro del equipo. Xeber Alkain por su parte volvió a ocupar la posición de carrilero diestro, viviendo así un poco más alejado de la zona donde es más determinante. La doble media punta estuvo formada por Roberto López y Aldasoro, ambos por detrás de Magunazelaia, titular esta vez por delante de Karrikaburu.
Inferioridad en la medular
Ambos equipos salieron al Rodríguez López con las ideas claras desde el primer minuto y no tardaron en ponerlas en práctica. Por parte del conjunto local, Ramis planteó un partido en donde el dominio del balón lo tuviera en todo momento el filial donostiarra, y buscar a partir de ahí recuperaciones rápidas para atacar esos espacios que se generaban entre los tres centrales. Mientras que el Sanse salió con la idea de crear peligro a partir de ataques más organizados acumulando a muchos jugadores en pasillos interiores para poder atraer y posteriormente buscar esa amplitud y profundidad por fuera de la mano de los carrileros.
El doble pivote blanquiazul se vio superado en muchos momentos de la primera parte debido a la inferioridad a la que estaban sometidos, ya que el filial donostiarra llegaba a colocar hasta 4 jugadores, dos por delante y dos por detrás, de Alexandre y Larrea, con la idea de que estos cayeran en la trampa de adelantar su posición y que tanto Roberto López como Aldasoro pudieran aprovechar ese espacio que se iba a crear a su espalda. Apenas pudo sacar provecho de esto la Real Sociedad B ya que el rigor defensivo de ambos centrocampistas blanquiazules fue extremadamente bueno, obligando al equipo dirigido por Xabi Alonso a jugar por bandas e impedirles esas combinaciones por carril central.
Con el paso de los minutos el técnico blanquiazul fue consciente de estos problemas y optó por bajar la altura de todo el bloque para que las líneas estuvieran más juntas, pero sobretodo bajó la doble punta conformada por Enric Gallego y Mollejo con el objetivo de que estos se encargaran de tapar al doble pivote rival y no a los tres centrales como habían hecho en el primer tramo del encuentro, provocando que tanto Alexandre Corredera como Larrea no tuvieran esos problemas de inferioridad en la medular.
El plan ofensivo de Ramis
A diferencia de otros encuentros en los que al Tenerife le había costado crear peligro desde un ataque más organizado a defensas conformadas por cinco hombres, en el día de ayer fue diferente y sí que vimos a un conjunto blanquiazul con una hoja de ruta clara para poder atacar ese sistema que tanto se le había atragantado hasta ahora.
El plan del técnico blanquiazul fue el de atraer a los centrales exteriores para posteriormente atacar esos espacios generados entre los tres zagueros del filial donostiarra, y para ello el Tenerife puso en práctica una serie de mecanismos que no habíamos visto hasta la fecha para atacar este tipo de sistemas con el fin de explotar esa profundidad de la mano de los laterales.
La clave de esto fue la altura de los interiores (Elady y Rubén Díez), quienes ocuparon una altura más baja de la habitual y muy pegados a banda, mientras que los laterales fueron los jugadores de banda más adelantados. Con esto Ramis buscaba que tanto Xeber Alkain como Ander Martín saltaran a los extremos y que esos espacios a sus espaldas fueran aprovechados por Álex Muñoz o Jérémy Mellot, obligando así a saltar a los centrales a zonas más alejadas y que la doble punta formada por Enric Gallego y Mollejo tuviera más oportunidades hacer daño.
Otro aspecto del plan ofensivo de Ramis fue la poca intención para combinar por dentro por parte del doble pivote, quienes basaron su juego en un estilo más directo y cambiando el juego al lado débil más rápido que en otras ocasiones, dado que el Sanse ha demostrado ser un equipo al que le cuesta bascular en ciertos momentos, y fue ahí donde el Tenerife encontró una vía clara de ataque. Esta falta de juego interior también viene explicada por la ausencia de un mediapunta, en especial de Sam Shashoua, quien es un especialista para jugar en ese último tramo del campo.
La mano desde el banquillo
Nuevamente Luis Miguel Ramis volvió a mejorar al conjunto blanquiazul a partir de sus decisiones desde la banda. La primera de ellas, comentada anteriormente, fue la de bajar la altura de la doble punta con el fin de anular esa superioridad que estaba generando el Sanse durante la primera parte en la medular. Ya en la segunda parte, la entrada de Aitor Sanz en el doble pivote junto a Larrea mejoró notablemente al equipo en las transiciones, haciéndose mucho más fuerte en esas fases y recuperando con una mayor facilidad; además esto provocó el movimiento de Alexandre a la banda derecha, quien se sacrificó a la perfección en el apartado defensivo y sumó también en lo ofensivo.
Y por último, la entrada tanto de Michel como de Apeh, y el desplazamiento de Mollejo al interior izquierdo terminaron de dinamitar el partido; da la sensación de que Ramis ha encontrado en Michel un media punta para esos últimos tramos del encuentro en donde el equipo necesita una pausa, este se la puede dar. Y es que da la sensación que como enganche se ven potenciadas sus virtudes con el balón y se tapan esos problemas que ha tenido sin él (transiciones defensivas). La entrada de Apeh por su parte, proporcionó una bocanada de aire fresco al ataque blanquiazul, siendo este capaz de aguantar y activar a la segunda línea en todo momento, además de romper al espacio constantemente obligando al rival a retroceder muchos metros.
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