Desde Madrid: “¡Qué bochorno!”
Surrealista. Así me gustaría definir la actuación arbitral del sábado en La Romareda. Aún sigo dándole vueltas a la decisión tomada por el colegiado del partido tras el gol de Pomares.
Había comenzado bien el Tenerife, aguantando los pocos ataques del Zaragoza hasta el momento, pero un remate de cabeza de Álex Alegría pondría por delante al conjunto local en el primer acercamiento serio a la portería de Dani Hernández.
Luego vendría el espectáculo. Jugada ensayada a la salida de un córner que llegaría a desviar Pomares para hacer el empate. Pero ¡oh, sorpresa!, el tanto iba a ser anulado.
No se sabe muy bien por qué. Unos dicen que el árbitro pita falta antes de sacar el córner el Tenerife, lo cual es falso porque el trencilla hace sonar su silbato una vez acaba el balón en la red.
Otro dicen que se señala una falta de Pomares con la pelota ya en juego, que tampoco existe dicha infracción, pero de ser así, ¿por qué se repite el saque de esquina? Un despropósito absoluto.
El bajón anímico del Tenerife se iba a notar en la segunda mitad del encuentro, donde los de Ramis no iban a generar casi peligro ante la meta de los maños.
Sensación, otra vez, de que cuando se nos ponen por delante en el marcador es inviable remontar para esta plantilla. Calidad hay, de sobra, pero acierto más bien poco.
Sin tiempo para lamentarse, la mirada puesta ya en el domingo. Nos visita un Albacete que encadena cinco jornadas sin conocer la victoria.
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