Dani Hernández. ‘Soñar es de adelantados’
Dos horas antes del arranque del choque decenas de personas tomaban la dirección a la que se dirigían todos los caminos. La noche caía y los focos reflejaban sobre el verde la sombra de unos jugadores que pretendían dejar huella. Mientras, las taquillas empezaban a registrar colas.
Nadie quería quedarse sin su entrada. Aún quedaba papel, de ese que lo aguanta todo, hasta esa previa en algunos medios que confiaba en la machada del conjunto local.
Aferrarse a la ilusión, tan osado como hacerlo a la suerte, la misma que le había sido esquiva a un conjunto que actuaba en la velada balompédica como el representativo de una isla. Eso sí, como argumentos sirvieron para preparar una semana tan corta como la tradición copera de un equipo del que formaban parte cada una de esas personas que fueron llenando-y tiñendo con los colores de la entidad- unas gradas que tocarían su máximo histórico.
Tras el calentamiento y ese primer contacto con la masa social, tiempo para la charla técnica. Grito de guerra y una última consigna del técnico local: “Vamos a hacer lo que sabemos, señores. Disfrutemos pero sabiendo lo que nos jugamos”.
Sinfonía épica, jugadores al verde. Los termómetros habían bajado de manera considerable; no obstante, la temperatura se había disparado en torno al esférico. El silencio de la noche se quebrantaba con los ‘uy’ provocados por cada una de las ocasiones del plantel local. Retumbaban las lamentaciones, pero más cada uno de los goles del representativo.
Todo eso con los ojos cerrados hacía dibujar un escenario de fútbol profesional; no obstante, tocaba abrirlos para soñar despiertos. El equipo era el Club Deportivo Laguna que, por primera vez, participaba en una fase nacional de Copa del Rey.
Sin apenas tiempo para asimilarlo, este mediodía conoció que se verá las caras contra el Granada Club de Fútbol. Un espejo al que mirarse para crecer, envalentonarse para, en el recinto que sea, seguir escribiendo páginas doradas en el fútbol lagunero.