Ale Arbelo. ¿Salud o deporte?
El próximo domingo se jugará en el Heliodoro el primer partido del recién estrenado año 2022. La ilusión con la que terminaron los aficionados blanquiazules la primera vuelta del campeonato, tendrá su punto seguido con este primer choque del segundo acto de la liga. Y no es un partido cualquiera, es el tan esperado derbi canario.
Sobresaliente primera vuelta de los blanquiazules que ha vuelto a inundar de optimismo y ansias de ascenso al seguidor tinerfeño. Pocos apostaban por la regularidad mostrada por un grupo, que cada jornada que pasa demuestra el hambre de éxito que tiene. Y eso el seguidor lo nota. Pero habrá un pero.
Lo que se presuponía antes del parón iba a ser la fiesta del fútbol canario, se ha esfumado. El desplazamiento de aficionados de la UD Las Palmas a un Heliodoro a reventar tendrá que esperar. No solo porque no se podrán desplazar, tampoco se podrá llenar. Curioso resulta que los jugadores dejaron el campeonato con la posibilidad de ver su casa llena para este choque, y han reanudado las sesiones de trabajo en la semana previa con la incertidumbre incluso de si volverían a jugar a puerta cerrada.
Ha sido una semana de constantes declaraciones y no decisiones. Opiniones y no informaciones. Los deseos de algunos se convertían en la ira de otros. Bandos que abogaban por incluso poder aplazar el choque porque no tendría el calor de los aficionados. De todo.
La situación sanitaria a consecuencia de la pandemia ha empeorado en la isla. Lo ha hecho a una velocidad vertiginosa, casi tanto como la velocidad de contagio de la nueva variante del virus. Eso ha motivado que muchos se agarren a este clavo para intentar conseguir un objetivo no tan claro. Que no haya público en el recinto de la avenida de San Sebastián.
No seré yo quien diga que es lo correcto. Porque no soy virólogo ni experto en la materia, pero sí resulta chocante que una decisión de tal calibre se haya tomado a escasas 72 horas para la disputa del partido.
¿A qué se esperaba para tomar esta decisión? ¿por qué tan tarde? ¿por qué si se tenía tan claro que se quería reducir el aforo no se dijo antes?… y así multitud de interrogantes que invaden al seguidor blanquiazul. Al final, tan solo un 50% de aforo cuando curiosamente en el resto del territorio se puede llegar hasta un 75%. ¿Ha primado la salud de los presentes? ¿ha sido una decisión tomada desde solo un bando? ¿por qué no se consultó con suficiente antelación a los dos clubes implicados?
Preguntas todas ellas que quedarán sin respuesta de la misma manera que la mayoría de la afición se quedará sin la posibilidad de ver a su equipo en el estadio. Que pase todo esto cuanto antes y que la próxima ocasión que se hable del derbi sea exclusivamente de lo deportivo.
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