Análisis del CD Tenerife 1-4 R. Valladolid
Los onces
Luis Miguel Ramis no tuvo una semana sencilla para preparar el partido frente al Real Valladolid ya que los positivos por Covid de Alexandre, Sergio y Mario condicionaron notablemente la semana de entrenamientos, dado que sumado a la sanción de Aitor Sanz, el técnico blanquiazul no tenía centrocampistas para ocupar esa posición del doble pivote. A pesar de ello, para el día del encuentro sí pudo contar con todos los jugadores a excepción de Aitor y pudo sacar de inicio un once bastante reconocible, la única novedad fue la entrada de Carlos Ruíz en el eje de la zaga para acompañar a José León, lo que provocó que fuera Sergio González el encargado de ocupar esa posición del doble pivote junto a Michel Herrero. Por lo demás el técnico blanquiazul mantuvo lo habitual, volviendo así tanto Bermejo como Enric Gallego al equipo titular, manteniendo el 4-4-2 de las últimas jornadas con Elady como segundo delantero.
Por parte del conjunto visitante, el Real Valladolid se presentó en el Rodríguez López con tres bajas importantes como fueron Weissman, Nacho y Roque Mesa, pilares fundamentales en el esquema de Pacheta. A pesar de ello mantuvo el 4-4-2 habitual de las últimas jornadas, siendo Monchu el principal sustituto de Roque Mesa en el doble pivote, Raul García el de Nacho y Cristo González el que ocupó la posición del delantero israelí. Un aspecto a destacar fue la posición de Óscar Plano, quien tendía a partir de banda derecha pero que su principal rango de participación era la zona de media punta, siendo un enlace para conectar con la doble punta.
La altura de Michel en el doble pivote
El Club Deportivo Tenerife salió con un plan de partido muy definido, siendo agresivos desde el inicio con el objetivo de impedir que el Valladolid no pudiera combinar con facilidad y poder recuperar lo más arriba posible, además en fase ofensiva el conjunto blanquiazul prefirió emplear un juego más directo de lo habitual, buscando con muchas más frecuencia las internadas de Jérémy Mellot por el sector diestro, quien se está convirtiendo en los últimos partidos en una de las principales armas ofensivas del Tenerife.
Ante las bajas que tenía el conjunto blanquiazul en la medular, Ramis optó por Sergio González y Michel Herrero, manteniendo así la diferencia de roles entre ambos centrocampistas como viene siendo habitual, con uno más organizador (Michel) y otro más posicional encargado de dar equilibrio defensivo al equipo (Sergio). Ese plan agresivo que planteó el técnico blanquiazul desde el inicio tuvo una figura clave: Michel, que tuvo la consigna de tapar a Monchu en salida de balón, por lo que el ex del Pucela adelantaba mucho su posición con el objetivo de impedir una salida limpia y que buscaran el desplazamiento en largo, situación en donde el Tenerife era superior al Valladolid. En muchos momentos del encuentro el equipo en campo contrario en fase defensiva se disponía en un 4-4-2 en rombo, siendo Sergio González el que ocupaba la posición de pivote único. El único problema de este planteamiento tan agresivo fue el retorno defensivo de Michel, quien una vez era superado en esa primera línea de presión le costaba mucho recuperar la posición, dejando a Sergio González demasiado solo en algunos momentos.
En fase de creación las alturas se intercambiaron, siendo obviamente Michel Herrero el encargado de incrustarse entre centrales para formar la habitual línea de tres, y siendo Sergio González el que ocupase el siguiente escalón. Como viene siendo frecuente en las últimas jornadas, el Tenerife apenas basó su juego por el carril central en la salida y se centró en dar espacio a los laterales de ambos costados para que atacaran esos espacios que dejaban libres tanto Mollejo como Bermejo. Durante la primera parte el Tenerife apenas pudo crear peligro a través del ataque posicional debido a la poca movilidad de los jugadores del frente de ataque, los cuales apenas pudieron combinar para generar superioridad en ninguna fase del campo, siendo solamente peligrosos cuando recuperaban cerca del arco defendido por Masip, aprovechando así los desajustes defensivos del Real Valladolid.
Entrada de Andrés Martín: pros y contras
Tras el descanso Luis Miguel Ramis decidió modificar el esquema inicial dando entrada a Andrés Martín en la media punta en lugar de Víctor Mollejo, pasando así al 4-2-3-1, lo que provocó que Elady se desplazara a la banda izquierda y Bermejo a la derecha. Con esto, el técnico blanquiazul intentó aumentar el juego combinativo en los pasillos centrales, algo que hasta ese momento no se había podido dar, ya que no tenía esa figura para recibir entre líneas y girarse para activar a los jugadores de segunda línea, además de buscar algo más de verticalidad en esa banda izquierda con Elady Zorrilla.
Esta variación de esquema provocó que el Tenerife viviera más tiempo en campo contrario y que tuviera más vías de ataque más allá de las internadas de ambos laterales, siendo clave Andrés Martín en este aspecto, ya que estuvo muy participativo entre líneas y generó bastante peligro a la defensa pucelana. Esto también hizo que Michel Herrero tuviera una línea de pase más para avanzar metros, y se le vio bastante más cómodo a la hora de elaborar.
La modificación de sistema no solo fue positivo sino que también generó una serie de desajustes en fase defensiva que antes no se habían visto, sobre todo en el perfil izquierdo blanquiazul, zona en la que a Pomares tuviera que medirse demasiado a campo abierto estando amonestado desde la primera parte, se le sumó un Elady Zorrilla por delante que apenas corría hacia atrás, dando así total libertad a las subidas de Luis Pérez por la banda derecha. Esto se vio acentuado con la entrada al terreno de juego de Gonzalo Plata, quien ocupo el perfil diestro y fue un incordio para la defensa blanquiazul, pero sobre todo para Pomares, quien en muchos momentos se encontraba en inferioridad debido a la poca ayuda de su compañero de banda en algunas fases del encuentro.
Una floja defensa de área
Como ya sucedió frente al CD Mirandés el Tenerife se volvió a mostrar inseguro en su propia área, algo poco habitual hasta la fecha. La zaga blanquiazul desde el inicio no transmitió la seguridad que requería el partido y eso se vio reflejado en los goles encajados, sobre todo en los dos primeros, en los que por segunda semana consecutiva el conjunto blanquiazul encajó un gol tras un rechazo de una jugada a balón parado, lo que demuestra la falta de activación en esas segundas jugadas; pero sobre todo se ve en el segundo gol, donde el Real Valladolid fue capaz de embotellar al Tenerife en su propio campo y se les vio sufrir más de lo habitual en defensa posicional.
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