Cuando El Diego jugó en el Heliodoro
El Diego. El 10. Genio del fútbol mundial. Barrilete cósmico. Diego Armando Maradona. El considerado mejor futbolista de la historia. Tristemente, falleció el 25 de noviembre del fatídico 2020. Y hoy, 3 de enero, es el aniversario de cuando el mito jugó en el Heliodoro Rodríguez López.
El contexto
Se estaba gestando el mejor Tenerife de toda la historia. Finalizada la temporada anterior, la 91-92, un joven Jorge Valdano había dado el salto desde la televisión al banquillo del Heliodoro. Con él, se consiguió la permanencia y se le ‘quitó’ la primera Liga al Real Madrid. Valdano, y su segundo Ángel Cappa, eran defensores de la escuela ‘Menotti’ (fútbol técnico, vistoso, de ataque).
Por su parte, Diego Armando Maradona había fichado (sorpresivamente) por el Sevilla en verano de 1992, tras vencer su suspensión de 15 meses por un positivo por cocaína en su último año en Nápoles. Y el técnico del conjunto hispalense no era otro que Carlos Salvador Bilardo, abanderado de la escuela ‘bilardista’, enfrentada directamente con la ‘menottista’.
Además, Maradona no tenía buena relación con Fernando Redondo, estrella rutilante de aquel Tenerife, porque el ‘5’ blanquiazul había renunciado a la selección para centrarse en sus estudios, algo que no le había perdonado el Diego. Y Bilardo y Valdano, más allá de sus desavenencias en cuanto a gusto futbolístico, también estaban enemistados, después de que el ‘doctor’ dejara a Valdano fuera del Mundial 90.
El partido
Con todos estos jugosos condicionantes, más allá de la propia visita del mejor futbolista del planeta, el partido se convirtió en todo un acontecimiento. Y no solo en la isla, sino en Argentina y en todo el mundo futbolístico. Aquel 3 de enero de 1993, el ‘planeta fútbol’ tendría los ojos puestos sobre el Heliodoro Rodríguez López.
El cartel de ‘no hay billetes’ se colgó en las taquillas del estadio desde el sábado al mediodía. El domingo por la tarde las gradas estaban totalmente llenas. Y no solo por la visita del astro argentino, sino porque aquel Tenerife de Valdano arrancaba el año 1993 en el 8º puesto, a solo 2 puntos de la zona europea. El partido, como no podía ser de otra manera, fue bronco. Patadas, trifulcas, polémica. Todos los condicionantes de un duelo de este calibre con un equipo de Bilardo de por medio. El Tenerife se puso 2-0 gracias a dos penaltis (muy claros ambos) transformados por el goleador Juan Antonio Pizzi. En el segundo de ellos, fue expulsado el sevillista Marcos. Y a la hora de partido estallaría todo…
La expulsión del 10
Los ánimos estaban muy caldeados. El árbitro (Severo González Lecue) ya había enseñado 11 cartulinas amarillas y una roja. Y el Sevilla iba perdiendo 2-0. En ese contexto de partido, Maradona recibió una doble entrada por detrás en el centro del campo. Redondo era el que había derribado al ‘10’, pero Pizzi también había entrado al unísono. El colegiado, ya muy superado por la situación, le enseñó amarilla a Pizzi y lo expulsó por doble amarilla.
Maradona entró en cólera. “¡El cinco, fue el cinco!”, gritaba encolerizado a González Lecue. Éste no se lo pensó y le sacó la segunda amarilla, y la consiguiente roja. Al Diego ya no había quién lo agarrara. Se fue hacia el juez de línea y le empezó a gritar lo mismo: “¡el cinco, fue el cinco!”. Se formó un tumulto en la banda, entre Maradona, el juez de línea, numerosos periodistas e, incluso, la policía. Otros sevillistas se unieron a la ‘juerga’, como el ‘Cholo’ Simeone, que acabó encarado y empujando a los propios policías. Todo un espectáculo. Maradona, por fin, acabó saliendo del terreno de juego y el partido se reanudó. Otro argentino, Óscar Dertycia, culminaría el definitivo 3-0.
El post-partido
Ahí no acabó la cosa, porque las declaraciones de los protagonistas después del partido también tuvieron mucha miga. En la sala de prensa del Heliodoro, Diego Armando Maradona se encolerizaba de nuevo, ante la pregunta de qué derecho tenía él a protestar: “¿cómo que no tengo ningún derecho a quejarme si yo soy parte del espectáculo?”. “Lo único que le pregunté era si era un juez de línea o un ramo de flores”, culminó el Diego. Genio y figura.
“El Tenerife hizo lo que tenía que hacer ante un Sevilla que tampoco dio para más”, decía Redondo. “El árbitro se cargó el espectáculo. A mí me daba vergüenza estar dentro de la cancha”, sentenciaba Simeone.
Valdano, fiel a su talante, no quiso entrar en polémicas. Y Bilardo, que antes del partido y cuestionado por el duelo ‘Bilardo-Menotti’, había dicho que “es un duelo que hace 25 años que ya está definido en la Argentina. La otra fórmula murió, no queda más nada. No sé si saludaré a Valdano”, ni siquiera compareció en rueda de prensa, como era habitual en el ‘doctor’.
En definitiva, un partido que tuvo de todo y que quedó en el imaginario de la afición tinerfeña. El día que jugó, y cayó, el mejor futbolista de la historia en el Heliodoro Rodríguez López.
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